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13 abril, 2021

La madre de Frankenstein

Por Maria Nieves Gorosito

La madre de Frankenstein

“La pianista del Sagrado Corazón de Jesús no sólo interpretaba como una virtuosa, sino como una virtuosa perfectamente cuerda. La música que brotaba de sus dedos no sólo era exacta, tan fluida y melodiosa como la que producía el piano de mi madre, sino que más allá de su regularidad, la ausencia de pausas o errores, poseía una condición misteriosamente elástica. La pianista del Sagrado Corazón reinaba sobre las notas, gobernaba los acordes como si fueran seres vivos que subieran, y bajaran, y se acoplaran, y se separaran por propia voluntad. Más que sonidos, creaba un bucle de armonía infinita que parecía haber existido siempre, porque no se detenía, apenas descansaba, cuando daba terminada una obra comenzaba otra. La paciente de la habitación 19 del pabellón de primera clase no sólo tocaba admirablemente un piano en cuya bandeja no reposaba partitura alguna. El teclado y su cuerpo se habían integrado para producir un único instrumento, tan poderoso que sabía reflejar todas las emociones humanas, desde la piedad hasta la ira. Pero aquella anciana vestida de negro aún guardaba más sorpresas para mí.” (página 15 -16)

 

La pianista es Aurora Rodríguez Carballeira, la única de los tres personajes que no es fruto de la imaginación de la autora. El parricidio que llevó a cabo esta mujer culta, que padecía esquizofrenia, despertó curiosidad no sólo en Almudena Grandes, sino también del mundo de la psiquiatría.

En su última novela del ciclo Episodios de una Guerra Interminable, la autora española profundiza la relación existente entre la psiquiatría y la dictadura de Franco. La primera funcionaba como discurso científico que configuraba la moral oficial y que avalaba medios aberrantes para el tratamiento de enfermedades mentales. En nombre de la ciencia, se legitimaban crímenes, por el bien de una España próspera. El jefe de Salud Mental, Antonio Vallejo Nájera, escribió un libro en el que pretendía mejorar la raza de los españoles. Argumentaba, por ejemplo, que el marxismo era un gen ligado a la debilidad mental y, por lo tanto, consideraba necesario extirparlo.

La novela transcurre entre 1954 y 1956 y fueron “Los Episodios Nacionales”, de Benito Pérez Galdós, los que le pintaron la sociedad de aquel entonces. A partir de esta serie, A. Grandes logra contar en su novela la historia de su país desde las vivencias de las personas comunes, principalmente, los sin nombres, los últimos de los últimos en una sociedad clasista.

La mayor parte de la novela sucede dentro de los muros del psiquiátrico de Ciempozuelos. En ese sentido, A. Grandes explica en una entrevista, que el manicomio era un reflejo, en pequeña escala, de lo que ocurría en el país: las enfermas mentales se encontraban divididas por clase, no comían lo mismo, ni se alojaban en los mismos dormitorios.

 

 

Aurora, la pianista, pertenece al pabellón de primera clase, donde dispone de un piso sólo para ella, con muchas comodidades y con la posibilidad de conservar varias de sus pertenencias; además, le permiten tocar el piano, tener sus libros y cuidar sus plantas. El título de la obra, “La madre de Frankenstein”, hace referencia a las largas horas que se pasa tejiendo muñecos de trapos, a los que intenta dar vida. Lleva su tarea con la misma vehemencia que el personaje de Mary Shelley, el doctor Frankenstein, al construir el famoso monstruo del XIX que luego se convirtió en uno de los íconos en el cine de terror de Hollywood. Ambos terminan odiando su creación: el doctor Frankenstein quiere matar a su abominable criatura y Aurora decide matar a su hija. Aurora cree que es obra suya, por lo que tiene el poder de asesinarla ya que no ha resultado como ella quería. Considera que , por darle vida, tiene el poder de quitársela. Y así lo hace. La mata de cuatro disparos porque quiere irse a vivir sola.

Es destacable la capacidad de Almudena Grandes para insuflar vida a sus personajes y hacerse carne en ellos. Mediante el uso de la primera persona, logra plasmar el pensamiento delirante y apabullante de Aurora Rodríguez Carballeira. Con una técnica depurada, consigue un fluido intercambio de sus tres personajes narradores, sin que el texto pierda cadencia ni confunda al lector.

María Castejón, auxiliar de enfermería y nieta del jardinero de Ciempozuelos, es otra de las voces narrativas en la historia. Esta joven simboliza y refleja en su habla, cargada de muletillas literarias y con un tono coloquial, la falta de perspectivas y libertad de las mujeres de su clase y época. Sin embargo, Aurora la pone en contacto con sus libros y la corre de su destino de fregar y coser, tal como lo hacía su abuela dentro de las paredes de un manicomio.

Con la misma solvencia dio voz a German Velázquez, el brillante psiquiatra, que al regresar de Suiza se reencuentra con su familia y tiene la esperanza de aplicar en Ciemppozuelos un tratamiento con clorpromazina que ha comenzado a surtir efecto en casos agudos, especialmente, en la esquizofrenia. Sin embargo, pese a los buenos resultados entre los pacientes, su tarea se verá interrumpida por la estrechez de mente de la época.

A María y el doctor Velázquez los une el cariño por doña Aurora y el interés por su salud. Pese a que el pasado y el posible destino de cada uno parece separarlos irremediablemente, ambos se sienten atraídos y, por momentos, se ven tentados de cruzar la línea de su amistad.

Acerca del amor de esta pareja, la autora dice: “Cuando deseas algo, nada estorba más que lo que es conveniente”. El de ellos no es un amor conveniente, todo lo contrario. Está lleno de trabas y prejuicios que los empujan hacia destinos diferentes y que les dejaría un recuerdo dulce y triste propio de un amor imposible.

Los invito zambullirse en esta literatura con mayúscula y de palpitante verosimilitud. Adentrarse en los muros de Ciempozuelos, sentir el piano y la melodía de doña Aurora, que, junto al amor de María y Velázquez, le dan vida a esos fríos muros y el resultado final es una historia brillante.

 

Resumen:

En 1954, el joven psiquiatra Germán Velázquez vuelve a España para trabajar en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos, al sur de Madrid. Tras salir al exilio en 1939, ha vivido quince años en Suiza, acogido por la familia del doctor Goldstein. En Ciempozuelos, Germán se reencuentra con Aurora Rodríguez Carballeira, una parricida paranoica, inteligentísima, que le fascinó a los trece años, y conoce a una auxiliar de enfermería, María Castejón, a la que doña Aurora enseñó a leer y a escribir cuando era una niña. Germán, atraído por María, no entiende el rechazo de ésta, y sospecha que su vida esconde muchos secretos. El lector descubrirá su origen modesto como nieta del jardinero del manicomio, sus años de criada en Madrid, su desdichada historia de amor, a la par que los motivos por los que Germán ha regresado a España. Almas gemelas que quieren huir de sus respectivos pasados, Germán y María quieren darse una oportunidad, pero viven en un país humillado, donde los pecados se convierten en delitos, y el puritanismo, la moral oficial, encubre todo tipo de abusos y atropellos.

 

 

Almudena Grandes (Madrid, 1960) se dio a conocer en 1989 con Las edades de Lulú, XI Premio La sonrisa Vertical. A partir de allí sus demás novelas la han convertido en una autora imprescindible. Varias de sus obras han sido llevadas al cine y al teatro.

Estudia Geografía e Historia en la Universidad Complutense de Madrid, se desempeña en el sector editorial como redactora y correctora. Colabora habitualmente en prensa, principalmente en El País.