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6 abril, 2020

Artes del Fuego, el mosaico marplatense al rescate

Por Rafael Giménez

Artes del Fuego, el mosaico marplatense al rescate

Cuando quien escribe estas líneas realizó las entrevistas para el presente artículo, todavía las playas y las calles estaban llenas. Unas semanas después, al momento de publicarse esta nota, el mundo ha cambiado por completo. Pero no dejaremos de hablar de arte, de debatirlo y de pensarlo, porque el planeta sigue girando y seguimos vivos. Y porque, tal como sucede con el mosaico, el todo se logra de a pedacitos. Aquí va nuestro aporte.

 

El mosaico o arte musivo es una técnica antiquísima. La idea es simple, pero la técnica no es fácil. Se trata, en principio, de formar figuras con piezas pequeñas de piedra, vidrio, cerámica o cualquier otro material. Pero quizás el aspecto más curioso de este arte es que el resultado se da en el ojo de quien contempla la obra. Es en gran medida una ilusión óptica, un efecto mental, en el que el todo se completa con la suma de las partes. La obra, entonces, no está en la obra, sino en el espectador.

Lo encontramos en las antiguas Grecia y Mesopotamia, pero también en Mesoamérica. Su desarrollo más notable se dio durante el Imperio Romano, a partir del cual el arte “de las musas” se expandió hacia las culturas bizantina e islámica.

Pero también está presente en la costa atlántica bonaerense, donde existe una fuerte tradición musiva y donde este arte, además, está atravesando un revival que merece nuestra atención.

 

 

El arte musivo en Mar del Plata

Resulta oportuno comenzar introduciendo a la Escuela de Cerámica Rogelio Yrurtia, fundada en la década del ’50. Existía entonces una industria nacional pujante y un mercado interno en pleno crecimiento. Las ciencias y las artes gozaban de fuertes incentivos estatales y Mar del Plata, otrora santuario de la oligarquía argentina, se había convertido en el símbolo de la nueva Argentina, del país de y para las clases populares.

Tanto la Escuela de Cerámica marplatense como su hermana de Bahía Blanca, la Escuela de Artes Visuales Lino Enea Spilimbergo, fueron las primeras instituciones en otorgar títulos en estas disciplinas en la provincia de Buenos Aires.

La primera carrera de la Rogelio Yrurtia fue la Tecnicatura en Cerámica. Eventualmente fueron sumándose otras carreras, como el profesorado en artes visuales y las Tecnicaturas en Vitral, Joyería y Orfebrería, Esmalte sobre Metales y la que nos ocupa particularmente en esta oportunidad: la Tecnicatura en Mosaico.

Para quienes esta técnica es un misterio, resulta un tanto sorpresivo enterarse que a Mar del Plata llegan estudiantes de toda la provincia para estudiar esta tecnicatura que, a diferencia de un profesorado, no promete una salida laboral clara. Sin embargo, año tras año una larga fila de alumnos se forma en el patio del centenario edificio de la calle Dorrego para rellenar los formularios de inscripción.

Entonces, ¿qué es lo que atrae a tantos estudiantes a estudiar esta técnica en particular? Para responder a esta pregunta recurrimos a Gastón Andreatta, docente de la Tecnicatura en Mosaico de la Escuela de Cerámica Rogelio Yrurtia.

Andreatta estudió arquitectura y se especializó en lenguajes artísticos. Cursó varios talleres de ilustración, pintura y mosaico y desde hace diez años imparte clases en la Escuela de Cerámica marplatense. Al comienzo, dictó materias relacionadas con la arquitectura, pero eventualmente fue decantándose hacia su lado artístico, con naturalidad, sin conflicto. Según nos cuenta, todas las disciplinas son compatibles y complementarias.

Retomando la pregunta, Andreatta reflexiona que lo que atrae del arte musivo es «su capacidad de formar un todo desde las partes, la poética y mística que esgrime desde su materialidad, y la posibilidad que tiene de trabajar colaborativamente cuando se abordan grandes escalas».

Añade, además, que «frente a otras expresiones, el mosaico tiene la ventaja histórica de perdurar en el tiempo con sus materiales tradicionales, pero también la de adaptarse con la incorporación de materiales y planteos más efímeros, que hoy le dan vigencia para intervenir en el arte contemporáneo».

María Eugenia Presta, vicedirectora de la Escuela de Cerámica marplatense, comparte esta visión y hace hincapié en la necesidad de ligar la institución y la ciudad a través de la intervención en el espacio público:

«Es un error para este tipo de instituciones y de técnicas que la práctica quede puertas adentro. Hay que salir a la comunidad. La carrera se está moviendo mucho por la necesidad urbana y es la propia sociedad la que nos pide que salgamos a la calle. Esta movilización no se da solo en la escuela, sino que responde a una sociedad que está en movimiento. Siempre el arte es una manifestación social. Uno puede leer a través del arte la historia de los pueblos».

Presta nos invita a recordar, por ejemplo, los murales de Siqueiros o el legado de Gaudí. La versatilidad del arte musivo permite trabajar esta técnica casi con cualquier material y pese a que existen, es cierto, artistas que nunca pasaron por una institución, «es necesario educar el ojo, tener las herramientas desde lo compositivo».

La vicedirectora reconoce que «de cualquier carrera salís con más dudas que certezas, pero después el oficio te ayuda a crecer, a enfocarte». En este sentido, Andreatta resalta que la Tecnicatura en Mosaico ha significado un apoyo institucional a artistas de una gran sensibilidad que han colocado al arte musivo marplatense en el mapa, convirtiéndose además en referentes de la provincia, generando talleres e intervenciones dentro y fuera de la Escuela.

Además, agrega Andreatta, «por contar con esta oferta de formación integral única, Mar del Plata se hizo visible en la disciplina, pero en simultáneo se fueron generando muchos focos de desarrollo muy grandes, en los que se organizan salones, bienales y encuentros a nivel nacional e internacional que ayudan a postular al arte musivo como una disciplina de abordaje profesional».

 

 

Mosaico y espacio público: la playa 40

En febrero del año 2020, cuando por estas latitudes el coronavirus y la cuarentena se nos presentaban todavía como problemáticas lejanas y ajenas, un grupo de mujeres marplatenses comenzó a congregarse en una playa sin nombre, en la zona norte de Mar del Plata.

Se trata de una sección de la costa notoriamente negligenciada, donde no existen instalaciones sanitarias ni siquiera un acceso más o menos decente. Es, no obstante, una playa muy frecuentada por los habitantes de los barrios ubicados más allá de la Avenida Constitución.

La llaman La 40 y la única presencia estatal se materializa en una casilla en ruinas desde donde los guardavidas vigilan la costa. Es allí donde este grupo de artistas del mosaico decidieron realizar una intervención con el doble objetivo de embellecer un espacio al que sienten propio y poner en valor a través del arte un espacio público en estado de abandono.

Cecilia Vaisman, Cintia Nogueira, Jorgelina Diez y Sabrina Calderín son solo algunas de las mujeres que participan de esta iniciativa en La 40. Algunas han pasado por la Escuela de Cerámica, otras vienen de talleres y encuentros. Pero hay otras para quienes esta es su primera experiencia con el mosaico. Las unen dos causas: la playa del barrio y las artes del fuego.

«Es una intervención – comenta Diez – en un espacio público que es, por lo tanto, de todes. La idea es visibilizar, justamente, que el espacio público puede tener una gestión de base, comunitaria y horizontal, especialmente donde el Estado está ausente».

Estas mujeres, de distintas edades y diversas trayectorias, confluyen en encuentros por toda la ciudad. A través de talleres y colectivos artísticos han realizado intervenciones en el Hospital Materno Infantil, en la Plaza Pueyrredón, en la playa Terrazas del Mar, en el espacio vecinal recuperado y autogestionado Vía Orgánica y en el Espacio para la Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos del Faro Punta Mogotes.

En estas intervenciones, como cuenta Vaisman, «nos vamos rotando y nos vamos encontrando».

Desde la Tecnicatura en Mosaico de la Escuela de Cerámica, Gastón Andreatta está al tanto de estas iniciativas y destaca en el arte musivo «esa cualidad de trabajo colaborativo, en el que la toma de espacios abandonados juega un papel principal, porque está inscrito en esa dinámica social de apropiación, y además aporta desde lo metafórico del rescate, ya que puede realizarse con materiales recuperados».

La intervención del espacio público, añade María Eugenia Presta, es una práctica que atraviesa a todas las disciplinas artísticas, pero el mosaico cuenta con esa particularidad de poder trabajar con la reutilización de materiales en lo que ella llama «la resignificación de deshechos».

Estas dinámicas sociales, retoma Andreatta, «son las más adecuadas en estos proyectos, porque no se detienen para nada en tiempos y cuestiones burocráticas, sino que avanzan con la voracidad del rescate simbólico de los espacios».

 

Mural musivo de Santiago Maldonado en proceso en el Faro Punta Mogotes de Mar del Plata. Imagen: Colectivo Por la No Violencia.

 

Cuando pase el temblor

Las intervenciones musivas en Mar del Plata están detenidas, como todo en el país, a raíz de la cuarententa total impuesta por la emergencia de la pandemia mundial del coronavirus. Se sigue trabajando en casa, planificando y manteniendo las redes generadas en las calles. Pero existe una idea general, que atraviesa a toda la sociedad, que dicta que cuando salgamos a la calle, cuando pase el temblor, las cosas no serán como eran antes.

En estos tiempos de confinamiento, el arte nos contiene mientras nos vemos en la situación de tener que convivir con el aislamiento, con el tedio y con nosotros mismos.

Cuando retomemos las calles y hagamos el recuento de lo perdido, podremos juntar los pedacitos rotos y será mejor que estemos preparados para reencontrarnos con la ilusión de empezar de nuevo, como si al mundo hubiese que repensarlo. Quizás podamos construir colectivamente, en nuestros espacios cotidianos abandonados, una imagen nueva, un mosaico de lo que queremos ser con los retazos del pasado.

Quizás el mosaico nos sirva como metáfora para pensar en la paciencia, el reciclaje y el trabajo colectivo necesarios para construir una imagen nueva, para resignificar los espacios y para revalorizar el arte como una herramienta de movilización social en un momento en el que necesitamos apelar a la sensibilidad del otro.

Puede que en la capacidad de persistir y adaptarse, definitoria del arte musivo, esté la llave que nos permita unirnos, como pedacitos de distintas procedencias, en un todo mejor y más bello.

 

Citas
– Entrevista del autor con las artistas musivas Cecilia Vaisman, Cintia Nogueira y Jorgelina Diez en la playa 40 de Mar del Plata, febrero de 2020.
– Entrevista del autor con Gastón Andreatta, docente de la Tecnicatura en Mosaico de la Escuela de Cerámica Rogelio Yrurtia. Mar del Plata, marzo de 2020.
– Entrevista del autor con María Eugenia Presta, vicedirectora de la Escuela de Cerámica Rogelio Yrurtia. Mar del Plata, marzo de 2020.

Material consultado
Fuga, Antonella (2004). Los Diccionarios del Arte. Técnicas y materiales de arte. Barcelona: Electra.
Página web de la Escuela de Cerámica Rogelio Yrurtia, consultada en marzo de 2020.

Imagen de portada: Cortesía de la Escuela de Cerámica Rogelio Yrurtia.