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14 julio, 2020

Todos los cuadros que tiré

Por Nadia Paz

Todos los cuadros que tiré

Todos los cuadros que tiré es el último libro de Cecilia Pavón, editado por Eterna Cadencia en marzo de este año. Se trata de una serie de cuentos cortos, cotidianos e íntimos, ideales para leer en cuarentena.

 

“Cualquier escritura que no vaya hacia el amor se chocará contra una pared o contra cualquier cosa dura, como ese tren en la estación de Once que una vez no pudo frenar”. Así comienza el libro de Cecilia Pavón. A través de esa frase, que es como un golpe inesperado y frío sobre la cara, nos introduce en su narrativa, nos advierte sin anestesia, la complejidad de sus relatos. Es un aviso, un mensaje inicial de aquello que a simple vista pareciera ser fresco o liviano pero que esconde tras de sí toda una carga sombría, íntima y espesa, propia de la subjetividad humana, de los vínculos, de las pasiones y sobretodo, del complejo e intenso oficio de escribir.

Cecilia Pavón es escritora, traductora y poeta. Fue cofundadora de la reconocida galería de arte y editorial Belleza y Felicidad junto a Fernanda Laguna, éxito de la década de los noventa en Buenos Aires. Su ámplio abanico disciplinario se deja ver en los cuentos en los que se cruzan escenas, secuencias y recuerdos de una narradora versátil y efervescente.  “Cuando la Ciudad duerme y todo el edificio está en completo silencio, empieza mi festival de una sóla persona sobre la página en blanco”, afirma en Autopoiesis.

La autora nos traslada a situaciones cotidianas, bien porteñas, como un bar en Microcentro o las calles de Villa Crespo, en las que suceden historias que parecieran reiterarse a través del tiempo, que nos son familiares, cercanas. Se aleja de ellas, toma distancia y las relata con la soltura de un desconocido, como un turista que pasea con asombro ante lo que se le ofrece a la vista. “Vivo en Buenos Aires, una ciudad donde toda la gente que conozco está haciendo cosas. Todo el mundo está haciendo algún proyecto, pero…¿hay alguien que en este momento esté escribiendo un poema?”, afirma. Con esta pregunta, casi premonitoria, nos pregunta: ¿Alguien más está mirando hacia adentro? ¿Alguien más valora el pensar por sobre el hacer compulsivo de una Ciudad que no duerme?.

 

 

A través del relato, nos invita a viajar por diferentes lugares sin salir el texto  “Traducir es lo más parecido a viajar”, afirma y sentencia, porque aquel acto pareciera ser el canal de escape de la realidad cotidiana. Si la autora hubiera sabido que los tiempos que vendrían luego de la publicación de su libro, serían momentos de encierro, ¿Cobrarían nuevos sentidos estas palabras en su obra? Sostener la escritura como un viaje, hoy que no podemos salir de nuestras casas, se convierte en una idea salvadora.

Otro eje central que atraviesa el libro es el lugar del refugio. De la casa como hogar del cuerpo y de la palabra. Un espacio habitado por la escritura y la escritora. “Para mí la casa también es una continuación de mi propio cuerpo”, afirma la autora. Ese lugar en el que se resguarda existe también en sus textos. “Pienso en el poema como refugio. ¿El mundo y el poema son dos realidades aparte? ¿Sólo en el poema puede existir la bondad?”. En este sentido, el espacio doméstico se vuelve parte de la obra. Tanto la escritura como la casa, son espacios de intimidad y en ese sentido, las musas irresistibles de la narradora.

Todos los cuadros que tiré es un libro imperdible. En estos tiempos de encierro, el espectador puede viajar a través de los relatos. Es una propuesta que, sin saberlo cuando fue escrito, se vuelve imprescindible en tiempos de aislamiento social. ¿Qué mejor compañía que la literatura que se mira a sí misma en un mundo que no permite las relaciones sociales? Poder pensar en un mundo post pandemia, en el que la incertidumbre reina, a través de pequeños actos como escribir un poema, como mirar hacia adentro, como sumergirse en la propia intimidad, puede ayudarnos a sostener este tiempo de angustia y desconcierto. “Un poema es el sol, el efecto que puede tener el sol en tu cuerpo”, afirma y lo repito hasta el cansancio, mirando la ventana dentro de mi casa.