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En Latinoamérica se respira lucha

Por Camila Stehling

En Latinoamérica se respira lucha

Mauricio Poblete, el artista mendocino que irrumpió en el campo del arte contemporáneo. A través de sus obras y en oposición a los estándares hegemónicos de la sociedad, visibilizó el multiculturalismo y los cuerpos violentados.

 

Siglos atrás, el territorio latinoamericano fue víctima de la brutal explotación y opresión imperialista de la colonización. Sus actos de genocidio, dejaron huellas de sangre en una población obligada a cumplir las exigencias de un modelo asimilacionista. Tiempo después de la independización de América, el espíritu de resistencia de estos colectivos y la globalización, lograron que en la actualidad se levantara la bandera del multiculturalismo, dando lugar a la convivencia entre las diversas identidades socioculturales. Sin embargo, no se puede negar la existencia de un sistema encargado de privilegiar a las clases dominantes, perpetuando así una hegemonía cultural que ejerce violencia hacia la disidencia, siendo parte de la misma los cuerpos migrantes y los pueblos originarios.

 

 

Esta lucha se puede observar en la cultura popular, la cual puso en escena dichas tensiones. Sin ir más lejos, las manifestaciones artísticas jugaron un rol fundamental. Las mismas expresaron sin titubeos su malestar, reforzando el carácter revolucionario del pueblo frente a las injusticias. Tal como dejó en claro Calle 13 en «Latinoamérica»: «Aquí se respira lucha». Pero la música no fue la única que hizo mención de estos cuestionamientos, entre otras, las artes visuales no se quedaron atrás y gracias a la aparición de jóvenes investidxs de la historia que lxs antecede, esta causa sigue con vigencia en la contemporaneidad.

Este es el caso del artista mendocino, Mauricio Poblete, quien aludió a su ascendencia boliviana y mapuche en la construcción de su alter ego La Chola. Esta figura se convirtió en un homenaje a las mujeres de su familia, una ilustración de las corporalidades y cosmovisiones no tomadas en cuesta. Para esto, necesitó poner en tela de juicio lo conocido con la finalidad de reconstruirse y evidenciar, de manera crítica, los modelos hegemónicos. En este sentido, ha buscado comunicar mediante sus obras temas socioculturales que no solo lo interpelan a él, sino también a un gran colectivo.

 

Installation view (“American Beauty”), Photo: arteBA Fundación, 2017 © Mauricio Poblete, Imagen Galería, arteBA.

 

De hecho, en el 2017 se presentó en arteBA, en donde realizó la acción «American Beauty». Éste no fue un hecho menor, ya que la feria se ha consolidado como uno de los medios de legitimación del campo artístico. En esta edición la galería Imagen de la Provincia de Mendoza, lo convocó para realizar una instalación performática, proponiendo como eje la apropiación del mercado del arte. Bajo dicha premisa, el artista planteó sus reflexiones con respecto a la configuración de su identidad y cómo ésta encajaba en el sistema: «Danzar sobre el capitalismo, preguntándome si soy gay, soy mestizo, soy transformista o soy las tres cosas. ¿A qué denominación de casta pertenezco? ¿Puede una mujer hija de un mestizo con un indio, girar, saltar o hacer otro tipo de movimientos en una danza machista?».

Mauricio entró al stand de dicho espacio, ubicado en Barrio Joven, tomó un traje colgado en uno de los paneles y se fue. Se trataba de un vestido corto y principalmente blanco, que combinaba el violeta, el magenta y el azul en las figuras de animales en su torso y en los detalles en las mandas y la falda, junto con un gorro del mismo estilo. Enfrentada a esta indumentaria femenina, propia de la danza caporal boliviana, se situaba sobre el suelo una caja de madera vacía de 2 metros de largo y ancho.

Al cabo de unos minutos, regresó con su cuerpo ya performado como La Chola y con dos bolsas grandes de papas fritas Lay’s. Las vertió en dicho recipiente y comenzó a danzar sobre éstas durante 30 minutos. Zapateaba y saltaba, al igual que los bailarines masculinos de este acto folclórico, mientras que el silencio se apagaba al sonar los crujidos del alimento embestido por sus tacos. Al finalizar se paseó por el predio observando las obras de los stands ocupados por las galerías, en medio de las miradas de quienes exotizaban a su alter ego.

Un año después, sintió la necesidad de replantear las formas de expresión dadas a través de este individuo que había creado, manifestando lo siguiente: «Me empecé a cuestionar si en realidad lo que estaba haciendo era apropiarme de otras identidades. Porque no soy boliviana, no soy mujer cisgénero ni trans. No vivo las 24 horas de esa manera. Es decir, no sé qué se siente salir a la calle y te pare la policía o te miren con cierto prejuicio por pertenecer a esos colectivos». Estas reflexiones se convirtieron en su fuente de conflicto, llevándolo a correrse de lugares particulares para darle la voz a aquellxs que viven estas experiencias en carne propia. En consecuencia, cuando se requirió, y sin despojarse del todo de su alter ego, dejó de protagonizar para acompañar tejiendo una dinámica colaborativa, que le permitió seguir con la representación de la disidencia.

 

Installation view (“SLAVE”), Photo: Claudia Camplone, 2019 © Mauricio Poblete, Museo Carlos Alonso- Mansión Stoppel.

 

Continuando con esta búsqueda crítica y deconstructiva, pintó diversos personajes creados por La Chola. Estas piezas, que devinieron en máscaras y figuras hechas de pan, se inspiraron en las «Tantawawas» de los rituales andinos. Un aperitivo cocinado prioritariamente para la festividad de Todos Santos (el Día de los Muertos) en modo de ofrenda a lxs difuntxs. Con la resignificación de este objeto orgánico, hizo foco en la caducidad. En el carácter efímero de una producción artística, en comparación con la idea de obra inmaculada, necesariamente irrompible si busca formar parte de los bienes de los agentes e instituciones del campo. Además de potenciar el valor simbólico de lo ilustrado, ya que no se debe olvidar la sacralidad que trae emparejada la tradición evocada.

 

 

 

Estas piezas de masa modelada y cocida se expusieron en varias ocasiones, siendo una de ellas durante el 2019 en su muestra más reciente «SLAVE», llevada a cabo en el Museo Carlos Alonso – Mansión Stoppel en Mendoza. Las mismas se distribuyeron por la sala conformando una instalación, algunas descansaban sobre el suelo y una tarima, otras se encontraban colgadas del techo con hilo sisal y en una de las paredes blancas.

De esta manera, Mauricio ha encarnado identidades y prácticas invisibilizadas por los regímenes con tendencias imperialistas, dando lugar a la discusión sobre sus efectos en la sociedad. Así ha contribuido hasta el día de hoy a la reacción de estos cuerpos y objetos, que devuelven la mirada y pueden generar estragos con su andar, como La Chola en «American Beauty». Por eso, no está de más decir que a través de sus obras, se convirtió en una de las figuras del arte contemporáneo, que han logrado exhibir el carácter de resistencia del sujeto colectivo Latinoamericano.

 

Installation view (“SLAVE”), Photo: Claudia Camplone, 2019 © Mauricio Poblete, Museo Carlos Alonso- Mansión Stoppel.

 

*La línea editorial de la revista El Gran Otro acepta el lenguaje inclusivo por el que ha optado su autor.