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8 julio, 2019

Muñecas, un reflejo de la educación de la mujer

Por Laura Farías

Muñecas, un reflejo de la educación de la mujer

Muñecas «Había un vez…», es una exposición permanente en la Casa Isaac Fernández Blanco que no sólo muestra lindas muñecas antiguas del 1850 al 1930, ellas reflejan su evolución, educación y en definitiva, las mujeres de hoy.

 

Antes de empezar a contar sobre el Museo de las Muñecas, es importante saber un poco la historia de la Casa de Isaac Fernández Blanco y del Palacio Noel. Esta introducción no es aleatoria, sino que tiene un significado que decanta en el amor por el arte y la generosidad de quienes donaron sus propias colecciones y que hoy forman parte del querido y preciado Patrimonio Cultural de Buenos Aires, en Argentina, que no se encuentra en ninguna otra parte del mundo y el por qué de su importancia.

Isaac Fernández Blanco fue un coleccionista apasionado. Tuvo una herencia y objetos de parte de su padre y luego él mismo, de sus viajes a Europa y otros países, empezó a adquirir otros objetos que los demás desechaban o los compraba como: instrumentos musicales antiguos, abanicos, muebles, peinetones, cuadros, vajilla; arte de la época colonial hasta la era independentista. Durante los inicios del siglo XX  reformó una casa que compró lindera a la de sus padres en Hipólito Irigoyen  1418, en el barrio de Congreso, Buenos aires, transformándolo en un palacete neorenacentista. Su entusiasmo lo llevó a traer más objetos del norte argentino, Bolivia, juntando lo mejor de la platería colonial sudamericana del siglo XVIII y argentina del siglo XIX. En 1921 fue el primer Museo privado de la Argentina, al año siguiente vendió la casa, de forma simbólica a la comuna de la ciudad, teniendo en 1928 más de 9.500 piezas.

 

 

Por su parte el arquitecto argentino, Martín Noel fue otro propulsor de los estilos hispanoamericanos y refinado coleccionista de arte colonial. Su casa, ubicada en Suipacha 1422 actualmente Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, también conocida como el Palacio Noel, es el mejor ejemplo en pie de la arquitectura neocolonial de la década de 1920. La construyó inspirado en la arquitectura barroca española e hispanoamericana del siglo XVIII y fue inaugurada en 1924. En 1936 Noel también vende, por una suma simbólica, su casa a la comuna, cediendo parte de su colección hispanoamericana y española: pintura cusqueña, muebles españoles y de virreinatos de estilo frailero; cerámica española y elementos arquitectónicos como puertas de iglesias, retablos y balcones limeños. Este luego se llamó Museo Colonial.

En 1947 se decide fundir las colecciones de Martín Noel e Isaac Fernández Blanco, eligiéndose como única sede, por su concepto arquitectónico puramente colonial, el Palacio Noel y por decreto en 1947 se lo llamó Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco.

¿Qué pasó entonces con la Casa ubicada en Hipólito Irigoyen en el barrio de Congreso, en Buenos Aires, de Fernández Blanco? Estuvo mucho tiempo sin un destino definido, abandonada, albergando en su interior piezas de arte sin exposición, tratando de conservar su mobiliario y el edificio en general.

 

 

Patricio López Méndez,  curador de la Casa Isaac Fernández Blanco, nos cuenta: «Se empieza a reformar haciéndola más moderna para el 1900 con el arquitecto Alejandro Christophersen y después sufre un nuevo abandono desde el año 1940 hasta el 2000, que fue devuelta. Entonces nos surge un proyecto puramente ambicioso junto el director del Museo de Arte Hispanoamericano, Jorge Cometti y otro curador, Gustavo Tudisco. Ubicándonos en el contexto social y político de la Argentina, la Asociación Amigos del Museo nos dijeron que lo veían inviable porque no había dinero y en la comisión había dos hermanas, Mabel y María Castellano Fotheringham que nos dijeron que ellas apoyaban el proyecto y más aún, donaron para iniciar toda su colección de muñecas. Realmente fue un gesto inigualable, grandioso y de enorme bondad, porque estábamos hablando de prácticamente de la colección de muñecas casi más importante de Sudamérica. Y doy fe, porque recibieron en su oportunidad, ofertas importantes de dinero de distintas partes del mundo que rechazaron.

Fueron dos hermanas solteras que desde su adolescencia coleccionaron todo tipo de muñecas mayormente europeas que datan del 1850 al 1930 y pico. Ellas querían que la colección quedara en el país. Eran mujeres pioneras como coleccionistas, que incluso con otras cinco mujeres tuvieron la primera galería de arte. Se llamaba «Antígona» y estaba cerca de lo que es hoy «Galerías Pacífico». Esa galería era tan importante que incluso artistas consagrados de los 50´ y los 70’ pasaron por allí.

María era ceramista y Mabel, el motor de la donación. Nos apoyaron hasta tal punto que en su momento las muñecas llegaron a ser más de 400 y en el 2012 casi 600 piezas, porque se continuó comprando y muchos donando; todos tratando de sumar a la muestra. Las muñecas eran mayormente europeas, especialmente francesas  y alemanas».

López Méndez afirma que uno de los centros más importantes de fabricación de muñecas en Europa fue Alemania; Francia fue el otro. Ambos tenían empleados o dueños con un maravilloso oficio relojero. «Muchos maestros jugueteros, sobre todo los que hacían muñecos que caminaban, hablaban o escribían, eran relojeros y muchos de esos fabricantes utilizaron la porcelana porque ya habían manejado otros tipos de materiales que no fueron tan duraderos, cuestión que la porcelana sí les brindaba junto a su firmeza e impermeabilidad. Antes las muñecas eran de madera pintada y su uso permanente las iba desgastando y afeando. En cambio la porcelana resistía las manitos sucias y era un material poco frágil. En su evolución, buscando la similitud con la piel, se empezó luego a utilizar el bizcocho».

La historia cuenta que había una fuerte puja entre Francia y Alemania por ver quién lideraba el mercado de fabricación entre 1875 y 1945. Había momentos importantes para uno y luego para otro. Se realizaron todas las innovaciones conocidas hoy día. López Méndez cree que ya no hay nada que no se haya hecho: «Muñecas con su ropero, su ajuar, con sus pupitres escolares; que caminaran, que hablaran; hasta había muñecos que nadaban y otros que fumaban. Algunas incluso tenían una altura de 1,10 metros. Otras muy delicadas: una de las más antiguas es una muñeca inglesa de 1850 y su cabello, cuello, brazos y piernas son de cera, de cabritilla el resto; un cuero muy fino y es un milagro que haya sobrevivido».

 

 

Esa era de oro termina con la segunda guerra mundial y el eje de producción de Alemania y Francia, pasa a Estados Unidos y Japón. La mayoría de estos maestros jugueteros alemanes y franceses eran judíos y esta migración no fue casual. Muchos de ellos provenían, como comentamos, de oficios de joyería y relojería, y el alto costo de los materiales que necesitaban ya no se podían conseguir. Otros se fueron a Inglaterra, pero lo cierto es que la producción en general en Francia y Alemania sufrió un gran golpe».

En cuanto a la curaduría, Patricio López Méndez, cree fervientemente que la representación de las muñecas y cómo fueron hechas, están ligadas fuertemente al concepto de la mujer de acuerdo a los años. «Me acuerdo de dos señoras que tenían una muñeca cada una. Una de ellas lloraba cuando la estaba dejando. Nos contaron que de niñas, las mismas las sacaban al fin del período escolar, durante las vacaciones podían jugar y cuando el verano terminaba se guardaban, ante las desesperación de ellas. Me imagino esa clase de educación rígida.

Sólo el pasado puede explicar el presente. No es cuestión de un espacio de objetos bonitos, llamativos, caros o curiosos, son áreas de una buena o mala discusión interna. El reflejo de ellas es tal vez un reflejo de las niñas en su época. Las hay con su cabeza con muchos moños, el cuidado maternal. Cuando les dijeron que sólo podían jugar en determinados momentos. Todo eso muestra y cuenta, cómo fue formándose la niña, su educación, sus pensamientos y la mujer que es hoy».

La exposición de Muñecas es un centro de atracción importante, no solo para las niñas o niños, sino también para abuelas y madres, que en su mirada nostálgica encierran una historia. Hay otras exposiciones interesantes de ver e incluso abrirán otras salas antes de fin año. «Contamos con una muestra de fotografías estereoscópicas. Estas son fotos que según el lente izquierdo o derecho, o mirando por ambos, dan profundidad;  serían las primeras fotos 3D antiguas y son muy divertidas para todos. Son 40 visores con 40 imágenes. Por otro lado contamos con una muestra temporal de arte gráfico y para agosto o septiembre estamos preparando una sala de indumentarias que va desde 1845 hasta 1930. Es ropa que se usaba en general y el objetivo es mostrar que tan a tono o a la moda estuvo Buenos Aires o Montevideo.  Es muy interesante, porque por ejemplo hay peinetones de hasta 1,10 metros, cuantos más altos significaban que esas familias contaban con un mayor poder adquisitivo. Es parte de nuestra historia. Nuestros pensamientos”, finaliza Patricio López Méndez.

 

Casa Isaac Fernández Blanco
Hipólito Irigoyen 1420
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

Fotos Gentileza Mariana Cullen y Diego Emanuel González (MIFB)